1. La estructura patrimonial y financiera de una institución es clave para su estabilidad. Cada componente, activos, pasivos, patrimonio neto, impacta directamente en su sostenibilidad. Una adecuada gestión de activos le permite a la institución maximizar su potencial y ofrecer mejores servicios a sus estudiantes; controlar los pasivos evita riesgos financieros. Un patrimonio neto positivo genera confianza, indica que la institución tiene mas recursos que deudas, lo que es un signo de salud financiera.
2. La planificación financiera es una herramienta esencial para mejorar la gestión de los recursos en cada área de las instituciones educativas. Desarrollar presupuestos y proyecciones permite tomar decisiones informadas y orientar el uso eficiente de los recursos. En lo edilicio, por ejemplo, esto se traduce en estrategias como el mantenimiento preventivo, el uso racional de la energía y una organización eficiente de los espacios compartidos. Estas prácticas no solo optimizan el funcionamiento diario, sino que también favorecen la sostenibilidad a largo plazo.
3. La estructura patrimonial y financiera de una institución educativa están profundamente interrelacionadas, ya que juntas reflejan su capacidad para sostenerse, crecer y cumplir con su misión educativa. La estructura patrimonial muestra qué posee la institución (activos), qué debe (pasivos) y cuál es su respaldo real (patrimonio neto). Por otro lado, la estructura financiera se enfoca en cómo se financian esos activos: si con recursos propios, préstamos, subsidios o ingresos corrientes.